domingo, 29 de diciembre de 2013

Prólogo a las ensoñaciones

¿Me puedes explicar
cómo has hecho
para que con sólo oír tu voz
crea que
es
el cielo
el por mis dedos tocado techo?
El techo blanco
parece estrellado,
y entre las alas de mis manos
tu boca me ha disparado.
Has vuelto,
y he vuelto contigo,
y contigo me quiero ir,
¿Quieres fugarte conmigo?


domingo, 15 de diciembre de 2013



Vuelvo al juego

Esto fue escrito el día cinco de este mes. No corregiré repeticiones de palabras, pues aunque creo que requiere de revisión, ese momento de escasa perfección tenía más de Imperfección (personificada) que muchos instantes de mi vida.

Esta odiosa sensación de vacío. Antes sentía Tristeza. Ahora ni eso. Estoy estancada. La Felicidad parecía haber vuelto. Ahora es como el parpadeo incesante de una bombilla que se divierte entre la Luz y la oscuridad. Tomo decisiones que pueden marcar mis próximos meses; lo vuelvo a arriesgar todo; subo la apuesta; me juego la Vida a cualquier cara de esa rodante moneda. Parece que busco nuevamente el abismo; ¿Lo prefería a la estable sensación de estar a salvo?

Las lágrimas están dispuestas a no brotar. ¿Y si he olvidado cómo querer? Lo dudo. Pero he decidido aceptarme, curarme de las heridas que él dejó en mi. Cuando salgo ahí fuera veo sombras. Veo maldad. Y chillo. ¿Dónde quedó la hermosura del mundo?¿Dónde quedaron las sonrisas que no escondían maldad bajo la comisura?

Igual sólo necesito llorar. Gritar. Escapar. Y volver a mi onírica estabilidad emocional. 
Sigo pensando que podrán ser todo mentiras, pero yo seguiré creyendo en la cuasisinonimia de Amor y Dolor. 

No sé si quiero romperme o levantarme.


Estoy triste. Y quiero llorar. Para dejar de estarlo. Porque yo prometí ser feliz. O estarlo. Estarlo. Me repito. Lo escribo. Tengo que centrarme. Tengo que. Necesito.
Unas vacaciones estarían bien.

Pero, cómo no, tú sólo verás que mi texto está vacío.
Como yo.




Nótese la ironía de mi última línea.

lunes, 9 de diciembre de 2013



Bailando, a la sombra de un león

Vosotros no me habéis visto bailar en la cocina, conteniendo las lágrimas, bailar su canción preferida. 

Pronunciar todas las sílabas de la canción, con el deseo de llorar agolpándoseme en el corazón. 
Agradecía estar sola mientras la historia de un enamorado de la Cibeles sonaba en mi portátil, donde yo, supuestamente, estaba haciendo un trabajo a entregar mañana. En ese momento, en esos minutos de música, nada me importaba. Ahora tampoco me importa, mientras lo escribo, con las heridas reabiertas, pero unas más profundas que las que deja el Amor. Y no sé cuán difícil puede resultar eso.

No sé si alguien me escucha cuando grito en silencio, tampoco cómo de difícil resulta entender cómo me siento. 

Me da igual.
Ahora mismo
todo
TODO
me da igual.

Sólo le pido al mundo algo que no va a regalarme. Tráeme a mi ángel de vuelta, mundo, devuélvemelo. 
Joder.

Y otra canción. El hombre sentado al piano. Y yo deseando estar en su lugar, en un sitio con olor a alcohol barato y emociones rotas. Sólo para no estar aquí. Para no estar en ninguna parte. A veces, me gustaría desaparecer. Que nada pesase sobre mis hombros... Aunque realmente, pocos creen que nada pese sobre mi. Yo sí lo noto. Todas las mañanas, al despertar.

Y esbozar una sonrisa.
Porque te lo prometí, mi ángel.

(Lágrimas. Respiro hondo. Sigo escribiendo.)

Ojalá las cosas hubiesen sido diferentes. Creo que no puedo cambiar nada, no me arrepiento de nada. No me arrepiento de ser quién soy. No me arrepiento de estar usando "arrepentirse" tantas veces en una misma frase.  Pero ojalá.

Mi ángel.
Si me lees, que sepas (a pesar del Caos desatado en este escrito) que sigo en ello. Que mi camino se desdibuja (igual esto te recuerda a otra vez que te escribí, hace medio año) pero continúo trabajando en esa Felicidad que te prometí mantener.

Te quiere,
tu niña.


lunes, 2 de diciembre de 2013



Sobre chicas de Tinta

En quién te fuiste a fijar. En la chica que se pasaría bolígrafo en mano 24/7 y que se sonroja al ver que la observas. La chica que duerme con sus demonios entre las sábanas por Miedo a que se pierdan, o igual porque así los monstruos que duermen bajo la cama no se atreven a salir. La que escribe las palabras importantes con mayúscula cuando habla de sentimientos (y yo, que sigo escribiendo ‘Luz’ con ‘L’ y oscuridad con ‘o’...).  Diste con la chica con una historia a cuestas que a veces parece querer tumbarla y hacerla pedazos. Y no, no hablo de mi. Hablo de muchas muchachas de ojos tristes que escriben sin tener a alguien que las escriba. Multitud de las que llevan ojeras y no las maquillan, de las que maquillan el Dolor que portan en las venas.



Sólo espero estar dándoles voz de la forma adecuada.



Pero es que es desgarrador oírlas (oírme) en su silenciosa forma de discurrir por lugares públicos como si nadie las viese mientras ellas ven a todo el mundo. Ellas, nosotras, las que nos sentamos a leer, o a escribir, en un banco en el rincón más frío de la ciudad.



Ya me estoy liando otra vez.



Con alguna te habrás cruzado alguna vez. Lleva Melancolía tatuado en el iris de ambos ojos. Igual habla mucho, habla poco, sonríe todo el rato o jamás la has visto sonreír. Pero eso no importa, porque lo peor lo lleva dentro, lo más terrible, lo realmente devastador está de rostro hacia dentro y más precisamente en la guerra corazón-mente que suele librar.



Pero, por favor, no olvides una cosa.
Te fuiste a fijar en la única chica que, al ver esa sonrisa poco sincera en tus labios, decidió que quería hacerte feliz. La única que realmente se dejaría la piel, los versos y toda la tinta de los diez bolígrafos de su estuche en ello.



No le rompas el corazón (más).
Por favor.


miércoles, 27 de noviembre de 2013



Errante

Apática mirada la suya, 
sabiéndose temporalmente derrotada 
por el mundo exterior. 

Observaba 
los ajenos labios 
desde lejos, 
consciente
de no poder siquiera 
rozarlos.

"Tu boca era mi hogar" 
susurra algo en su interior. 
"Ich habe Heimweh"*

El Dolor se extiende. 
Hace arder sus helados dedos, 
sus frías mejillas, 

cuando esos amados labios
 besan a unos terceros.



Los monstruos van saliendo 
de debajo de la cama 
cuando cae la noche 
entre sus sábanas. 

Ahora se sienten más 
á l g i d a s , 
i n h ó s p i t a s , 
v a c í a s .

El agua cálida de la ducha 
traspasa sus venas, 
inundando su corazón 
hasta hacerlo estallar en lluvia. 

Rompe a llorar, 
se quiebra; 
se dobla 
cual 
papel 
mojado 
abandonado 
en 
una 
tormenta.

Amanece en sus ojos 
y en su interior. 
Se levanta; 
ha despertado 
en el sueño de una bañera. 

Poniéndose la armadura, 
se seca los ríos del cuerpo
y sonríe a la figura del espejo; 
da la bienvenida a su yo errante.



Nota:
No busques rima. No busques más.
*"Ich habe Heimweh": Tengo nostalgia, añoranza. Se dice cuando se refiere a añorar tu hogar.


domingo, 17 de noviembre de 2013



Despedida por cuestión de humo, o Tiempo

Necesito tiempo para escribir un libro. Y para vivir, como tú vives cada cigarrillo que se consume entre tus dedos. Pero yo no soy así... Yo no puedo fumar un cigarrillo y olvidarme del mundo. Soy una de esas (pocas) personas que necesitan que el mundo se olvide de ellas para poder soltar todo el peso que llevan en sus débiles espaldas. Las hacen fuertes a base de responsabilidades, de ocultar ojeras y fingir sonrisas. Pero son gentes infelices, o quizás incompletas, insatisfechas. Yo me denominaría inconformista, y quizás por eso no pueda quedarme contigo.

Porque no puedo, simplemente, echar un polvo contigo e irme. Sin más, como si no te hubiese escrito en mi cuaderno de hojas pálidas con ese bolígrafo de tinta morada. Morada, pero no cursi. Porque las chicas cursis dibujan corazoncitos junto al nombre de esa persona especial. Yo narro en verso todas las malas noches que he pasado por tu culpa.

Tal vez no sepa vivir de otra manera. Tú a tu cigarrillo, y yo a mis versos. Igual debería saber elegir bien, y buscar a alguien que tenga más cariño a mis palabras que el que les tenías tú; las he visto tiradas bajo la cama donde fingías que me hacías el Amor aquella tarde fría, cogiendo polvo. Las he rescatado, junto a mi sujetador negro, mi favorito, y las mil y un historias que iba a contarte (como si fuese Sherezade, y sólo dejase el cuento sin final cada anochecer para poder despertar entre tus sábanas un día más...).

¿Cómo empezó todo esto?
Ah, sí.
Necesito tiempo para escribir un libro, uno con pocas páginas, pero de los que se quedan en el corazón de las personas y no se van. Una novelucha para leer en la esquina de un bar con el ambiente bañado en alcohol. Igual necesito tiempo para escribirme a mi, y no a ti.

Lo (único) que tengo claro, es que tú no eras para mi.


lunes, 11 de noviembre de 2013



Antología de los rotos

Todas las cosas rotas de esta ciudad.
Todos los corazones rotos
si podemos considerarlos cosas
que caminan sin rumbo fijo 
con sus cortes a cuestas.

Con las miradas rotas
en los labios que no saben
del Dolor.
Con la agonía interminable
de las manos que sueñan
con las agujas del reloj
más alto de la ciudad.

Con los cuerpos que piensan
en séptimos pisos...

Todos esos humanos rotos,
con su Amor hecho pedazos,
y la Melancolía rozándoles el alma...

Todos esos rotos.
Y el Miedo en sus ojos.


sábado, 9 de noviembre de 2013



Autodestructiva

Aclaración:
Aquí no busques rima,
sólo es un poco de
autodestrucción.


Autodestructiva, 
me acurruco entre las sábanas corazón en mano,
manchando de la cama la blanca cobertura.
Está manchado de barro y despecho, 
de historias viejas que al parecer divertido han encontrado
saltar de su escondite en el momento más doloroso del día.


Me quedo completamente quieta, y sin embargo, 
por dentro no hay nada inmóvil; 
no brotan las lágrimas, no llega el llanto,
todo se derrumba nuevamente.

Yo, espectadora habitual de esta escena de teatro 
casi clásico, 
me mantengo impasible.

Todo lo impasible que puede mantenerse alguien
 que se desangra por momentos, 
cuyos muros caen y sonrisas mueren.
Todo lo impasible que puede mantenerse alguien.

(Y el telón se niega a caer)

Me muevo, 
tratando de cobijarme bajo la manta, 
esconderme de los ojos de este mundo 
que parece querer atarme, 
asfixiarme y torturarme al mismo tiempo. 

El lienzo de la cama comienza a estar teñido de tinta. 
El exterior grita algo incomprensible para mi. 
(A veces creo que los habitantes de la Tierra y yo
 hablamos un idioma diferente, pensamos un Dolor distinto)

{En esos momentos me escondo}

Y aparezco en un andén,
veo los trenes pasar.
Vivo (muero) con el miedo
de que mi billete no me permita
a ninguno subir,
en ninguno 
unos desconocidos labios besar.


(Idea de un autorretrato)

miércoles, 6 de noviembre de 2013



Un precipicio y unos aullidos errantes

Las letras más sinceras se escriben en estado de frustración, 
con intenciones de sacar de tu interior todo lo que no puedes permitirte decir frente a los demás. Quizás te ayude a entender este Caos de pensamientos 
el saber que lo escribí en un momento de frustración durante una clase, 
donde no podía levantarme ni llover...

La peor Angustia es la que no se puede liberar. La que te apresa la garganta como un lobo rival. Aprietas los labios con clara intención de contener lágrimas, furia y palabras.
El borde del precipicio se ve sin duda más hermoso a punto de romper a llover, con nubes oscuras que tiñen las gamas de la desesperanza de un piano triste.

Saboreo la lúgubre música que se filtra entre mis costillas. La desolación que asoma por mis ojos es perfecta para ser capturada o retratada por un poeta. Los colores me susurran "salta" y suenan extrañamente a su voz. Puedo oler su presencia y noto unas manos en mi cintura: Las del viento.

Conozco a tantas almas errantes que me he vuelto peregrina del propio río de la tinta que sangro. Mis pupilas no ven: Observan, en silencio, algo que está profundamente hundida ciudad asentada en mi interior.

Mis cuerdas vocales aúllan a un mundo para el cual nunca estuve hecha. "Quién soy" me repito. "Nadie" responde esa voz en mi cabeza, arañándome los labios al salir.
Hablan de escritores sin haber sentido jamás el Nirvana mientras la tinta fluye sobre el papel. De Inspiración sin que les haya visitado de madrugada. Del Dolor cuando no brotan las palabras...

¡Qué bien se les da hablar por hablar! Y que todavía sea patente mi filantropía, yo, rodeada de misántropos que se lamen las heridas de sus antiguas y humanas guerras.

He rozado mis venas con los dientes de un lobo, con el filo del folio, con las lágrimas de un fénix. He vivido a base de magia inyectada directamente a la arteria aorta y me han asesinado unos crueles chutes de realidad –dicho de forma vulgar–.

Discuto con el planeta en susurros que no se oyen entre sus gritos. La frustración no cabe entre mis labios y mis párpados cuando salgo a respirar su fría normalidad. Sólo quiero refugiarme en los brazos de mis letras, que me aman cuando nadie más se atreve, cuando me tiemblan las manos, la voz y todo mi ser. Cuando no soy yo, cuando muero  unos segundos de Tristeza.

Aquel día (hará ya varios ciclos lunares) le dije "rómpeme" lo más sincera que pude ser. Me rompió, y no he dejado de escribir desde entonces, amando y sangrando a golpes iguales.

¿Una de cal, otra de arena? Yo lo llamaría "una de Dolor, ni media de Paz".


martes, 5 de noviembre de 2013



A los Poetas

La Luna es una sonrisa,
un guiño a los insomnes habitantes de la Tierra.

La Tierra es una esfera,
un mundo para los escasos soñadores de la Naturaleza.

La Naturaleza es un saludo,
una bienvenida y unas señas,
unos labios que besar para los pobres y solitarios Poetas.

Y los Poetas son un Todo
que roza artísticamente la Nada.

Son las rimas que algún día
llenarán de Luna, Tierra y Naturaleza
la Tristeza, eternamente medio vacía.



domingo, 3 de noviembre de 2013



Caos y rascacielos (Colaboración)

Colaboración con @Karbono_ (negrita)
Mi texto aparece en letra normal
Improvisaciones



Dos ojos, dos manos, un propósito.
Desparpajo de mis dedos, insólito.
Timidez de los tuyos, arrítmicos.
Los nervios incapaces de ser cínicos.



Los labios, nerviosos, sin ritmo
buscando en manos ajenas el delirio
de acariciar el corazón, tan solo, tan tímido.

Los suspiros tan leves, prohibidos.


Rascacielos de ritmo y de líbido.
Donde retumban murmullos cual cánticos.
Donde hacen eco sollozos caóticos.
Donde supuran heridas en tránsito.



Los orbes del Caos sonando
las lágrimas caen rimando.
Con el motor de su vida en mano,
recordando (falsos) amores pasados.



Volviendo a recordar arañazos apabullados, 
viviendo, sintiendo (sangrando...)
Su mirada es tan bonita que se la llevó Caronte,
Llego a ellos  si avanzo hacia el horizonte.



Sin recuerdos, respirando, en vano.
Las verdades afloran 'al pasado'.
Se encontraba, ella, soñando,
en el séptimo piso de un alto.



Si en la noche suenan sus gemidos se autodenomina arte.
Como salir del coma y suicidarte...
Como palpar con las yemas sus rasgos y llorar el mundo porque no entiendes su braille.



Oye al viento susurrarle
las historias de las que ya no forma parte.
Y le grita con silencio a los gigantes
que ellos, rascacielos imponentes, la ayuden a levantarse.
Le ignoran, ya nadie es suficiente.



Se encuentra en el abismo, no paracaidas,
en parapente.
Sin dos dedos de frente...
Porque ya echó demasiadas manos.



Salta, creyéndose ángel,
sus demonios se burlan, vuelan por delante.
Obscuro el suelo se vuelve,
le tiende la mano la Muerte.



Las puyas que se lanza a sí mismo, no le protege ni el kevlar.
Quizá dé mucho que hablar...
Sobre él se levantan nubes y tesis negras...
De las que llegan a enamorar.



Vuelve, sin vida, sin alma,
a recuperar sus versos
(echados en falta).
La locura de la mano la arrastra, ella, a quien con besar sus labios le basta.



Sigue buscando enderezar su existencia...
Siguió mil rectas pero siempre acaba en curvas.
Su mirada es la antagonía completa de una rumba, 
se parece más al vaivén de una mantis.



Con un ósculo el pacto lo cierra,
en la barca de Caronte te espera.
Que tu vida a perder echas,
por seguir de sus labios la estela.



Dejando secuelas, condicionado por espuelas...
Echando de menos tus yemas...
Echo de menos las mañanas...
Desesperando sexo en su cama.



Un corazón dibujado y un viajero siempre nómada

Las alas de un búho me abrazan
con la tranquilidad de una noche tan gélida
como eran sus palabras por aquel entonces,
cuando eran dagas cortando la vida con la parsimonia de un caminante ausente.

Viajero por mis recónditos secretos
que en la curva de una (media) sonrisa tímida encontró hostal.
Viajero bohemio y nómada que en el catre de la izquierda
una bala olvidada se decidió a disparar.

Con la solitaria sensación de abandono entonces,
iba dibujando yo entre mis pálidas sábanas
las estrías que componían el perfecto trazado
del corazón huérfano al que llevaban las ya bosquejadas venas.

Vuelve, vuelve, insensible loco que me llena las cuerdas vocales
de tierna amargura.
Vuelve, vuelve, con tus verdades a medias y tus mentiras a pares,
a esbozarme en tinta la boca.

Cuando escribo entre las alas de la nocturna fiera
de ojos ámbar y garras en el pecho hundidas
sólo lacro los pórticos de mis orbes
y dejo deslizarse por mis labios ciertos versos de las penas caídos.
martes, 29 de octubre de 2013



Cuidado, esto son aullidos, no Poesía

Cuidado, esto son aullidos, no Poesía.

Ven, siéntate a mi lado y alza la cabeza; 
que se marque la nuez en tu garganta, 
abre las fauces y aúlla 
como si no hubiese mañana. 


No temas a que te oigan, 
a que nos escuchen lanzar indirectas
a la Luna para que baje a dormir 
esta noche entre nuestras sábanas. 

Sí, te estoy invitando 
a que seas mi lobo 
y ser tu loba, 
porque aquí y ahora es siempre
buen momento y lugar.

Enreda tus dedos en mis rizos,
devórame la boca en un intento 
de acallar unos aullidos lastimeros 
que dañan la integridad de la Luna 
con mi imposible inestabilidad. 

Ven, 
que te rimo contra la pared 
en todas las métricas posibles, 
populares y cultas; 

que se va a acordar la Poesía 
de esta noche 
porque de cuerpos desnudos y lobos va la historia.

Ven. Esta noche es perfecta para 
estar loco, ser un lobo,
ser una loba, una loba loca.
Ven. 
Esta noche es perfecta para ser
sólo tú y yo.
lunes, 28 de octubre de 2013



El alba

Por las mañanas, a parte de un café, necesitaría
compartir los "he pasado una noche de cine (de miedo)"
con alguien que me robase un beso.

Que mis sábanas amaneciesen enredadas en otro cuerpo
que no sea el mío, que sea el suyo.
Que sus besos de 'buenos días' sepan a
todo lo que no pude 
o no quise tener.

Con el amanecer, quiero sentir la ataraxia
de rozar él con sus dedos mi espalda desnuda
y poder lamer, cual loba,
las palabras que caigan de sus labios.

Poder ser su lienzo
y sus manos el pincel;
ser su mármol
y sus uñas el cincel.

Que mis orbes apesadumbrados encuentren en otros
el refugio que no buscaron en los propios.
Todo es cuestión de Tiempo,
de Cronos,
el que esté aquí conmigo
el salvador de mis delirios.

Y puedo seguir despertándome sola,
todas y cada una de las mañanas con todo el dolor de mi ser;
amanecer entre la sangre 
de las heridas que en su día no cerré.
domingo, 27 de octubre de 2013



Suicidio literario

Cuando comencé a escribir no sabía que esto ocurriría. Cómo podría yo haber percibido desde fuera el peligro de las letras, la adicción a ellas, la lenta tortura de la escritura y de no ejercerla. Me pregunto si más personas se sentirán así al decir 'quiero ser escritor' o al denominárselo; como si fuese el súmmum. Como si todo cobrase sentido con esa sencilla composición de palabras.

He escrito triste, alegre, enamorada y destrozada. Han pasado frente a mis ojos escenas de guerra, de paz, de mentiras y verdades contadas a medias. He torturado a mis personajes hasta llevarlos a la locura y he suicidado de las más hermosas formas a mis figuras más perfectas. 

Me he enamorado de otros por leer sus letras y creer que combinarían bien con las mías. Pero las historias entre escritores no son una excepción a las historias clásicas de amor, acabadas en tragedia. Me han llamado Poesía, Escritora, Neorromántica. Tantas cosas para reducirlas a tan poquita cosa: A mi. 

Una chica sencilla. De las que no destacan en nada, de las que se enamoran con facilidad. 

Desde que escribí por primera vez en serio supe que eso me hacía feliz. He llegado hasta aquí (¿Dónde es exactamente... Aquí?) escribiendo, y aún sin saber si estoy realmente viva o muerta. Mi destino está lejos, el camino es polvoriento, angosto y oscuro. Pero mis letras se quedarán conmigo en ese hueco que las personas han dejado.

Quizás te cruces conmigo,
y te haga eterno, o eterna, en unas líneas.
Pero quiero que quede constancia de que estuve aquí,
de que me dejé la piel, la tinta y los sentimientos en esto.
jueves, 24 de octubre de 2013



No estás

Que tus costados sean mi piano; mis dedos, inexpertos bailarines sobre un suelo de tablado. No quiero decirte mentiras que broten como flores de los más bellos colores de mi boca ni callarme las cosas ciertas que atenacen a mi corazón entre espinas. Quiero bailar y ser bailada, escribir y ser escrita con palabras no entintadas.

El reloj de arena sigue arrojando Tiempo hacia el suelo, dejándolo caer, agotándolo. Mis dedos siguen aferrados a ese frívolo bolígrafo que tantas veces me ha salvado la vida. Y el tren sigue pasando. Se parará para que suba, pero mis ojos sólo pueden verte a ti mientras no estás.

Eso es lo doloroso.
Que te veo.
Y no estás.

El gigantesco dragón metálico se detiene, con la prisa de quien nunca llegará a donde debe ir. Trago saliva, trago tinta y me trago las ganas de llorar(te). Unos pasos para ser una viajera más en él. Vallas de metal mantienen mi corazón en su sitio, en su tamaño. Que no crezca y que no se enamore, importante.

Me siento como si tuviese el reloj en el corazón; como si fuese a derramarse la última brisa de arena. El paisaje pasa con la misma prisa con la que lo cruzo yo con los pies de otro. En algún momento me apeo, y Miedo e Inseguridad caminan a mi lado.

Sólo busco unos ojos. Unos brazos. Un refugio.

Pero no estás.
Como siempre,
como nunca.
No estás.
miércoles, 23 de octubre de 2013



El lugar de los poetas

Se rumorea que por los lugares más escondidos e inhóspitos de las ciudades pasean los poetas tristes. Que pintan con colores grisáceos, azulados y suavemente verdes (por eso de la esperanza) las paredes desvencijadas de las antiguas casas. No sé si creérmelo o no, pero tendré que ir a uno de esos lugares para comprobarlo. Las ventanas han de ser antiguas y las puertas apenas sostenerse. O quizás que no haya ni puertas ni ventanas; tan abierta la casa como la mirada de aquella muchacha. Sería más melancólico todavía el canto en aquel lar, en los ojos de una chica de manos pálidas y mejillas sonrojadas que recogiese flores en un pequeño (diminuto) remanso de paz en el que se atreviese a sentir la libertad.

No hay cosa más triste que la realidad de un niño sin juguete. Ahí está el escritor, silencioso, observándole. Quiere acercarse, y es posible que lo haga, que le ponga su vieja pluma en mano (siempre habrá alguna moneda en el fondo de algún pantalón escondido en alguna parte de su armario para adquirir una nueva) y le deje lo que resta de su cuaderno... Para que siga sus pasos (poco recomendable, dado el caso, dados sus ojos tristes y sus mejillas hundidas por el vano intento de flotar en aquel mar de agonía sentimental).

Es posible que este lugar ni siquiera exista, o que cada uno lo imagine de una distinta forma. Pero los rumores no siempre mienten (no del todo) y los poetas nunca desecharían la posibilidad de convertir un huérfano sitio en su hogar. Un pequeño hostal, abandonado, lleno de habitaciones diminutas con camas bien hechas (con sábanas de material barato) y poco sitio donde nada guardar. Perfecto lugar, desde luego, para aguardar a la Inspiración, acompañada por la melancólica sensación de ser abandonado por el mundo.

Poetas; digan lo que digan, el mundo es (nuestro) suyo.
domingo, 20 de octubre de 2013



Porque podríamos ser tú, yo y Madrid.

Después de todo este tiempo yo sigo sin saber qué hacer. Sentada en un banco cualquiera de alguna calle de Madrid –de la que ni siquiera me he molestado en mirar el nombre– sigo dudando entre si llamarte o no. Mi dedo va del botón verde al rojo en la pantalla como si estuviese jugando a algún juego de plataforma con la única función de saltar y agacharse.

Te llamo. Me tiembla la voz, hace tanto que no oigo la tuya. Tampoco había motivos para oírla, no hay nada entre los dos. Ni va a haberlo. O eso quiero creer, y el poder de una mente autoconvenciéndose es fuerte; al menos, lo suficiente. 

Poco después me he levantado. Los pantalones me parecen incómodos y mi calzado me hace sentirme insegura a pesar de ser plano. La calle juega conmigo al gato y al ratón. Está oscuro y las farolas me amenazan, no les gusto, quieren echarme. ¿Cómo va a querer echarme Madrid...?

No sé cómo ni cuándo pero estoy en tu portal. La puerta está abierta y yo dudo. ¿Entro o no?¿Y si...?¿Y si no? Demasiadas preguntas y demasiadas respuestas para ella. Empujo la puerta con demasiado ímpetu, suena como si estuviesen matando a un gato y me sobrecojo, quedándome ahí, sin querer moverme. Después subo. Una vez más, sin comerlo ni beberlo, estoy frente a una puerta; la de tu casa. 

Pulso el timbre. Pienso a trompicones y mi respiración va a juego. Mi corazón va pasándome malas pasadas, late demasiado lento y después demasiado rápido. Miro mis pies, frunciendo el ceño. No me gusta lo que veo, así que mejor no me miro en ningún espejo. Se oyen tus pasos acercándose, la puerta se abre. 

Unos breves instantes mirándonos. Yo estoy donde no debería estar en el momento inadecuado. Pero estoy y qué le voy a hacer. Me acerco, y poniéndome de puntillas te robo un beso. Ahora podrías echarme, perfectamente. Tu boca sabe a tabaco y tiempo muerto, un poco a desesperanza que se mezcla con la melancolía amarga y la dulce tinta de los míos. 

Cierro los ojos unos instantes para capturar ese instante.

¿Me voy, o me quedo?



Sobre lágrimas de lluvia

Las gotas de lluvia se quedaron anoche en mi cristal, como aves enjauladas, esperanzas atrapadas. Hoy, al levantarme y alzar la persiana, seguían ahí, pequeñas como si fuesen las últimas lágrimas de una noche oscura. Y yo, que he malgastado estas horas tinta en apuntes, me he sentado a hacer lo único que realmente sé hacer: Escribir.

Al despertarme, un Caos de pensamientos se ha abalanzado sobre mi. ¡Como si no tuviese ya suficiente con pensar en las pobres gotas de lluvia de mi ventana! Varias miradas se cruzaron con la mía en la oscuridad. Me aferré a la manta, escondiéndome de ese frío mundo exterior, hasta que el sonido de la alarma de mi móvil me recordó que tenía que enfrentarme a él.

¿Así se sentían ayer las gotas de lluvia al caer sobre el gélido mundo real, arrojadas desde grises y densas nubes? Con los pies helados, aún envueltos en calcetines de lana, me he resignado a seguir malgastando tinta en un resumen insípido del que poco me atrevo a recordar.

Como ave en una jaula, como Esperanza encerrada. Sin más. Y ni siquiera sé por qué escribo, pero escribo. Y tú, ahora mismo, me estás leyendo. ¿No te sientes encerrado, también?
viernes, 18 de octubre de 2013



¿Compartimos insomnio?

Si quieres compartimos insomnio. No dormimos pensando en imposibles, en Dolor que se acumula bajo nuestros pechos, en Tristeza. Si quieres pensamos en la chica que no te quiere y en quien no me quiere a mi mientras nos queremos, o fingimos hacerlo.

Regalarte mis ojeras (esas que no se ven) es regalarte mis noches más largas, las eternas. El tiempo malgastado en fumarme mis ilusiones rotas lo dedico a cuidar de tus heridas si tú mantienes la venda que contiene la hemorragia de mi corazón en su sitio.

No me arranques las tiritas al irte; despídete con un beso que sepa a amanecer y a sueño tras una noche bien gastada. Desafiemos las leyes de la física siendo humo de recuerdos.
Que la música suene alta en susurros. Que se oigan nuestros gritos internos mejor acallados. Déjame ser loca, permíteme creerme loba.

No son necesarios los pretextos ni las explicaciones. Dejemos que el silencio hable por nosotros. Que los ojos lloren por si solos... 
Rimarte las costillas a ritmo de rap. Creerme diosa de algún recóndito Olimpo antes de sufrir la anagnórisis de ser una mortal más.

Permíteme enredar mis piernas en tus sábanas, en tus piernas. Que la noche deje de ser fría en tu cama.

Que se muera de envidia la Luna al verte sonreír para mi. Dibújame mi nombre en la espalda, no, nuestro nombre. Seamos insomnio y olvídate de padecerlo.

Sé mi chico de las ojeras, ma love.
jueves, 17 de octubre de 2013



...De intentar no enamorarme de él

Me estoy volviendo loca de intentar no enamorarme de él. Quiero ser el cigarrillo en sus labios y la cerveza que roza su boca los viernes por la noche. Podría llegar a envidiar las sábanas que le cubren por la noche o los cascos que le susurran música al oído. ¡Podría ser yo! Quién fuera almohada para despertarse en su cama todas las noches. 

Por qué, ¡Por qué! el humo se arremolina en su habitación y no se deslizan de la misma forma sus manos por mi cintura. Si un beso mío puede ser más adictivo que lo que sea eso que se fuma. Siendo sinceros, me muero de ganas por besarle, pero hay cosas que no se pueden decir.

Quiero su risa resonando en mi oído las veinticuatro horas del día y el tacto de sus dedos por mi espalda las sesenta y nueve horas que vayan a tener nuestras noches. Morderme el labio inferior cuando sus dientes atrapen el lóbulo de mi oreja derecha para susurrarme alguna que otra cosa que el resto del mundo no entendería.

Y sin embargo, sostengo que Amor es decirle 'no voy a enamorarme de ti', mientras yo me vuelvo loca por intentar no enamorarme de él.

miércoles, 16 de octubre de 2013



Filosofando sobre la idea de belleza de Platón

"Nos gusta algo porque es bello, y no es bello porque nos guste." – Platón

Cómo una frase tan sencilla puede significar tantas y tan pocas cosas a la vez. Implica la subjetividad de la belleza y a la vez su objetividad. Se supone que tengo que sacar algo en claro y lo único que puedo sacar en claro es que hay belleza en todo, hasta en lo aparentemente más oscuro del mundo. A pesar de las miradas tristes la belleza está en el fondo de todas las pupilas.

En un principio podemos entonces sostener que en todo hay belleza, pero que cada cual ve el mundo a través de su propio cristal por lo que no todos ven en las mismas cosas belleza. Dependiendo de cómo hayamos sido educados o cuáles sean nuestros gustos veremos más o menos bello un objeto u otro, una persona u otra, un animal u otro.

Por lo tanto, algo no es bello por el cristal, sino que lo es por si mismo. No podemos hablar de una belleza subjetiva si queremos hablar en términos universales pues no existen cosas bellas y cosas feas. 

Resumiendo –antes de liar más este muelle en el que me he dispuesto a jugar creyéndome sabedora de algo cuando realmente no sé nada– todo es bello y no todos pueden ver tal belleza en todo. Por eso, nuestra mente selecciona (aunque a veces la sociedad seleccione por nosotros) unos cánones de belleza que son a los que nos atendremos a la hora de llamar a algo o a alguien 'bello' o 'bonito'. 

Ciertas cosas son bellas aunque sean pocos los cristales con los que se pueda percibir su belleza, puesto que, como dijo Baudelaire, en los lugares huérfanos y abandonados sólo el filósofo, el poeta o el escritor encuentran la verdadera belleza.
martes, 15 de octubre de 2013



Esos ojos verdes

Dejé la pluma en el desgastado tintero de bronce para revisar mi carta, escrita con meticulosa letra en tinta azul. El tintero en cuestión tenía grabados en alguna lengua extraña que yo no conocía. Fruncí el ceño con levedad. Al final de la carta me estaba mordiendo con fuerza el labio inferior; contenía las ganas de llorar. La angustia iba serpenteando por mi cuerpo, subiendo hasta desbordar el mar que llevaba meses acumulando en mi interior.

Una lágrima se deslizó por mi mejilla y cayó sobre el 'Adiós' que finalizaba la carta. Lo emborronó. Me levanté rápidamente, como si ese gesto me hubiese provocado una descarga eléctrica. El camisón que llevaba ondeó suavemente con ese gesto, arremolinándose alrededor de mis finas piernas. 

Tuve que volver a sentarme, exhausta ante aquello; mi tez había empalidecido desde que todo había ocurrido; mis rizos estaban lacios y ahora mi cabello sólo estaba suavemente ondulado, aunque más claro. En determinado momento, tras llevar unos instantes mirando a la nada, alguien carraspeó a mi lado. Alcé la mirada.

Y me encontré con esos ojos;
con esos ojos verdes.

Creo que morí en ese instante una vez más. No pude articular palabra. No pude moverme. Simplemente le observé hasta que se fue, llevándose consigo aquella carta.

No debió de volver hasta el día en que morí de verdad.
domingo, 13 de octubre de 2013



Por una taza de café

La cabeza a pájaros. Partamos de ahí. De un Desorden difícil de ordenar.
Digamos que ella era la típica chica a la que llamaban loca
como si fuese un insulto,
como si ella lo considerase.

Digamos que escribía. A todas horas y en todos sitios.
Que su sangre era tinta, sin duda alguna
y le encantaba sangrar
igual que derrumbarse. ¡Amaba derrumbarse!

Digamos que la última línea es mentira. Que sólo se derrumbaba por necesidad.
Tanto decir y tan poco demostrar.
Ella era de pasearse desnuda por su habitación después de ducharse,
inundándolo todo con las lágrimas que caían de su cabellera húmeda.

Quizás fuese una loca, pero estaba a gusto siéndolo.
Era de pintar con los colores más oscuros a pesar de tener una caja con todos los colores,
y antes no era así.
Escribía sobre su cambio. Sobre quién fue y quién era. Y se asustaba.

Cómo no iba a asustarse. ¡Pobre muchacha loca!
Si se había enamorado de los ojos de él,
de unos ojos prohibidos.
De un chico que a duras penas sonreía.

¡Y ella, que sonreía aún estando en Ruinas, aún estando rota! Ella, ella...
Pobre e ingenuo corazón el suyo.
Se fueron al garete todos sus intentos de hacerle sonreír
y él se fue, por la puerta de atrás del corazón de ella, que se le quedó pequeño o quizá demasiado grande.

Digamos que esa chica soy yo
y que todo esto lo he escrito por merecerme
esa taza de
'café de escritor'.
sábado, 12 de octubre de 2013



Sobre perros con y sin collar

Estas cuatro paredes me cobijan y me apresan. Son como el collar en el cuello del perro; le hacen protegido de un dueño y a la vez le hacen de un dueño. Por eso cada una de las cosas que hago me liberan un poco las alas y me aprietan un poco más la soga al cuello. Debe de ser por tanto cuerdo suelto en este mundo que podría ser enteramente de locos, de soñadores, de Grandes. Y no, se quedó en los mediocres Pequeños, los atados, los perros con collar. 

¿Y qué hace este mundo con los corceles salvajes, con las mentes que se pasan el día en las nubes, con los chuchos callejeros, que saben más de amor y fidelidad? Los tira, los aleja, los desprecia. No ser como los demás es considerado no valer.

Ahora mismo ese pensamiento me horroriza. Me escondo bajo la manta como una niña pequeña mientras me rodean las luces. Las luces, mis luces, mi luz. Ojalá no me hubieses apagado al irte. Ojalá no te hubieses ido, pero ya que te has ido, y no vas a volver, ¿Podrías mandarme mi Luz por correo urgente para volver a colocarla en el fondo de mi mirada?

Gracias.
jueves, 10 de octubre de 2013



Hasta nunca, mi amor (Vídeo)

Nunca pensé que te irías, que serías como las golondrinas de Bécquer o las rosas de la vecina, que se marchitan en menos de dos meses. No lo pensé porque no quería creerlo, aunque sabía, en el fondo de mi desordenada Alma que lo harías.

Digamos que es hora de volar de nuevo; de buscar otro lobo que aúlle a mi lado por las noches. De dejar que me escribas estando yo ausente.

Por cierto, ¿Me escribirás?


Hasta nunca, mi amor.


 

Plantilla hecha por Living a Book.