domingo, 3 de noviembre de 2013

Un corazón dibujado y un viajero siempre nómada

Las alas de un búho me abrazan
con la tranquilidad de una noche tan gélida
como eran sus palabras por aquel entonces,
cuando eran dagas cortando la vida con la parsimonia de un caminante ausente.

Viajero por mis recónditos secretos
que en la curva de una (media) sonrisa tímida encontró hostal.
Viajero bohemio y nómada que en el catre de la izquierda
una bala olvidada se decidió a disparar.

Con la solitaria sensación de abandono entonces,
iba dibujando yo entre mis pálidas sábanas
las estrías que componían el perfecto trazado
del corazón huérfano al que llevaban las ya bosquejadas venas.

Vuelve, vuelve, insensible loco que me llena las cuerdas vocales
de tierna amargura.
Vuelve, vuelve, con tus verdades a medias y tus mentiras a pares,
a esbozarme en tinta la boca.

Cuando escribo entre las alas de la nocturna fiera
de ojos ámbar y garras en el pecho hundidas
sólo lacro los pórticos de mis orbes
y dejo deslizarse por mis labios ciertos versos de las penas caídos.

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