lunes, 28 de octubre de 2013

El alba

Por las mañanas, a parte de un café, necesitaría
compartir los "he pasado una noche de cine (de miedo)"
con alguien que me robase un beso.

Que mis sábanas amaneciesen enredadas en otro cuerpo
que no sea el mío, que sea el suyo.
Que sus besos de 'buenos días' sepan a
todo lo que no pude 
o no quise tener.

Con el amanecer, quiero sentir la ataraxia
de rozar él con sus dedos mi espalda desnuda
y poder lamer, cual loba,
las palabras que caigan de sus labios.

Poder ser su lienzo
y sus manos el pincel;
ser su mármol
y sus uñas el cincel.

Que mis orbes apesadumbrados encuentren en otros
el refugio que no buscaron en los propios.
Todo es cuestión de Tiempo,
de Cronos,
el que esté aquí conmigo
el salvador de mis delirios.

Y puedo seguir despertándome sola,
todas y cada una de las mañanas con todo el dolor de mi ser;
amanecer entre la sangre 
de las heridas que en su día no cerré.

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