domingo, 20 de octubre de 2013

Sobre lágrimas de lluvia

Las gotas de lluvia se quedaron anoche en mi cristal, como aves enjauladas, esperanzas atrapadas. Hoy, al levantarme y alzar la persiana, seguían ahí, pequeñas como si fuesen las últimas lágrimas de una noche oscura. Y yo, que he malgastado estas horas tinta en apuntes, me he sentado a hacer lo único que realmente sé hacer: Escribir.

Al despertarme, un Caos de pensamientos se ha abalanzado sobre mi. ¡Como si no tuviese ya suficiente con pensar en las pobres gotas de lluvia de mi ventana! Varias miradas se cruzaron con la mía en la oscuridad. Me aferré a la manta, escondiéndome de ese frío mundo exterior, hasta que el sonido de la alarma de mi móvil me recordó que tenía que enfrentarme a él.

¿Así se sentían ayer las gotas de lluvia al caer sobre el gélido mundo real, arrojadas desde grises y densas nubes? Con los pies helados, aún envueltos en calcetines de lana, me he resignado a seguir malgastando tinta en un resumen insípido del que poco me atrevo a recordar.

Como ave en una jaula, como Esperanza encerrada. Sin más. Y ni siquiera sé por qué escribo, pero escribo. Y tú, ahora mismo, me estás leyendo. ¿No te sientes encerrado, también?

1 comentario:

  1. Todos se sienten enjaulados alguna vez, cansados de enfrentarse a ese mundo que solo parece tener la intención de romper, una y otra vez, a los que decidan luchar.

    Pero, en algún momento del día, las gotas de lluvia bajan por el cristal, y continúan su camino... o se evaporan, desapareciendo, sin más.

    Y somos nosotros los que decidimos, en esos momentos, si continuar o desaparecer.

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