Yo le regalé mi corazón a un desconocido, a un chico que pasó por mi lado en un tren que iba a parar en Atocha. ¡Llamadme loca, vamos! Se lo regalé, con la aorta haciendo un bonito lazo con alguna que otra vena más o menos comparable en tamaño, y todavía latiendo, todavía vivo.
Y me quedé vacía, pero sonriendo. Había hecho un regalo valioso, por fin, a alguien. A aquel muchacho que, sin comerlo ni beberlo, había empezado a ser objeto de mis obsesiones, de mis sueños románticos y mis sueños despierta.
Le envolví mi vida en papel de regalo y a saber dónde ha acabado. ¿Se lo habrá llevado a casa, mi fuerte y frágil corazón, ese que parece que late pero a veces no? ¿Lo habrá guardado en una pecera, en un terrario, o sobre la mesa?¿Le estará dando de comer o lo estará emborrachando a whisky o vino barato?
No sé qué estará haciendo con él que no podría hacer conmigo. Hacerlo lentamente entre sábanas o salvajemente en cualquier otro lugar. Qué le estará dando de beber que no conjunte mejor con mis labios y un desliz suave sobre su piel. Y yo me pregunto.
¿Por qué mi corazón?¿Por qué no yo y sí él?
Cuídalo, no tengo más,
cuídalo, yo soy él.
0 comentarios:
Publicar un comentario