domingo, 6 de octubre de 2013

Mi cajón de los recuerdos

Mi polvoriento rincón de recuerdos ha sido sustituido por un bonito cajón en mi cómoda. El problema del rincón es que los recuerdos cogían polvo y el fin de semana me daba pereza pasarles el plumero, dejarlos limpios y acabar manchando el suelo de tanto sangrar mi corazón por la Tristeza. Claro, es que visitarlos cada siete días resulta algo doloroso.

En el cajón estarán mejor, sí señor. Y además podré tomarme mi cerveza fría leyendo un buen libro, y no ahogando las lágrimas amargas por algún que otro malicioso recuerdo que se resiste a quedar completamente limpio y me obliga a pasarle el plumero, la aspiradora, la bayeta... 

Su nuevo lugar, además, es muy bonito. Es de madera blanca y por dentro está forrado de indiferencia pintada de amarillo claro. Creo que, a pesar de estar cerca de mi mientras duermo, está suficientemente insonorizado como para no oír sus suaves lamentos. O eso espero.

Acabo de cerrar con llave el cajón; espero no tener que abrirlo en mucho, mucho tiempo.

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