martes, 8 de octubre de 2013

La loba de ojos Café

Entre sus cabellos se enredan los pájaros de su cabeza. Las mariposas de su estómago se le escapan por la boca con palabras soñadoras. Mira la ventana, observa el bosque y, calzándose las botas y abrigándose el corazón, sale al helado mundo exterior, escapando del cálido acoge de su falso hogar.

Los lobos aúllan a lo lejos y ella, delgada figura atravesando el blanco suelo nevado, sigue sus voces. Una loba de ojos color café sale a su encuentro, con pasos como suaves latidos de bomba de sangre. Va dejando un rastro de tinta tras ella, que se esconde entre los senderos desaparecidos entre la maleza.

Acaricia con su hocico cálido, por fin, los fríos dedos de ella; se miran como sólo saben mirarse dos Caos.

Rompe el silencio el disparo de una pistola y la loba alza la cabeza, protectora, cruzándose entre la chica y el sonido. Comienzan a correr, a través de las ramas más bajas. 
Algo va tras ellas.
Suenan dos tiros que surcan el aire, el Miedo...

Caen al suelo, heridas sangrando tinta de algunos desconocidos colores.

Silencio.

Abren los ojos. El aire es cálido y las heridas no sangran. El Sol baña sus oscuras miradas. La chica está acurrucada junto a la loba. Esa alza la cabeza. Están a salvo.


Esto es para ti, Lidia. Nunca olvides sonreír.

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