viernes, 30 de agosto de 2013

Versos en su espalda.

Tinta azul y me falta inexplicablemente su piel. Suena egoísta e incluso egocéntrico el pensar que mis versos sólo debieran tener cabida sobre la blancura viva de su espalda; que sus ojos debieran verse en el reflejo de los míos en los instantes previos a besarnos. Qué decir que entre lectura y lectura pienso en ella con mirada perdida (o prendida de alguna imagen de mis recuerdos) mientras dibujo palabras con un sencillo bolígrafo.

En otros tiempos quizás me hubiera planteado el que me fuese indiferente escribir sobre su piel o sobre este mediocre papel lleno de cuadraditos para no torcerse, cuando, hablando de forma clara, yo ya estoy torcida a ojos del mundo, irremediablemente huída a un lugar inaccesible para el resto de personas, a no ser que sean escritores, poetas, músicos, Artistas

Ella es más que eso; es una Musa que siempre ha sido Poetisa, y eso, de una forma u otra, tiene que ser especial; especial de esa manera en la que sólo ella es capaz de hacerme escribir textos y más textos dándole vueltas a su nombre. ¡Hasta mi pluma me ha preguntado que qué tipo de Magia ha ejercido sobre mí! 

Sólo quiero escribir con tinta azul sobre su piel, pintar con mis Faber-Castell sobre su espalda y dibujar con mis besos la cura a las heridas de su mirada rota.

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