sábado, 24 de agosto de 2013

Dejad que los niños vuelvan a los parques...

¿Os habéis dado cuenta de cuán tristes nos miran los viejos juguetes tras esas cárceles que son los escaparates? No, no hablo de escaparates de tiendas llenas de modernos cachivaches que no dejan de moverse, de brillar e iluminar pantallas. La triste mirada de los osos de peluche de toda la vida, de los cochecitos que iban con cuerda, de las piezas de madera y los puzzles gigantes que tardabas horas (¡O días!) en resolver.

Están tristes también los parques, desanimados, porque ya los críos no juegan en sus toboganes ni se balancean en sus columpios; ya no corretean por la arena en un eterno pilla-pilla que termina frente a la fuente central, salpicándose los unos a los otros entre risas. ¡Ya no hay escondites jugados en las casas flotantes! ¿Dónde quedaron los valientes que bajaban por la barra de bomberos?¿Y las discusiones sobre quién empujaba y quién se columpiaba?

Todavía me pregunto qué ha pasado con la infancia, por qué los niños de ahora van conectados a un smartphone en vez de a un montón de cromos o de cartas de Pokémon; por qué suben fotos provocativas a redes sociales en vez de pasar las tardes con los amigos en el parque o jugando a algún juego conjunto o haciendo estructuras cada vez más grandes con Lego. 

Creo que lo que realmente ando preguntándome es qué ha pasado con nuestra imaginación, personalidad y sueños.

¿En qué nos hemos convertido?

O...

¿En qué los hemos convertido?

4 comentarios:

  1. Nada es como antes, el mundo cambia poco a poco, y nos damos cuenta cuando es tarde, yo lo puedo ver en mi hermano que se pasa horas y días jugando con la consola, con esas edades no teníamos lo que tenemos ahora por eso nos divertíamos mas, pero ahora los niños de hoy en día no ven eso, no disfrutan nada, en un futuro se darán cuenta de todo eso.

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    1. Quizá algún día alguien les muestre lo que se perdieron y se arrepientan, evitando que llegue a futuras generaciones.
      (Quizá)

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  2. La tecnología eclipsa lo que antes era imaginación. Todas las ideas posibles ya están prefabricadas, lo único que hace falta es imitarlas.

    ¿Para qué manchar las manos de tiza, si puedes teclear los mensajes? ¿Para qué gritar el nombre de tu amigo, si le puedes mandar SMS? ¿Para qué correr y pisar la hierba, si te puedes quedar tranquilamente en tu sofá?

    Muchas razones podríamos dar, pero ya nadie nos escucha...

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    1. Me agrada saber que hay más gente pensando como yo...

      Es una pena, que por mucho que hablemos nadie se decida a hacer que esas cosas cambien. La infancia quedará destruida a este paso.

      (Hagámonos escuchar)

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