lunes, 12 de agosto de 2013

De batallas perdidas, preludio.

Me preguntan que qué me pasa, y cómo les explico yo que lo único que me pasa son tus malditos ojos verdes todo el rato cruzando mi mente. Vuelvo a estar triste y se me nota en demasía, pero ya no hago siquiera esfuerzos por evitar que lo vean, porque todo se arregla con un 'nada, es que no he dormido bien'. No echo las culpas a los demás porque la que se oculta tras velos de mentiras (o verdades contadas a medias) soy yo...

Ya no es el hambre o el no dormir lo que me preocupa, puesto que esas son consideradas por los demás necesidades primarias y para mi, sinceramente, más bien secundarias. Lo que necesito es escribir, sentirme viva (de alguna forma) y verte sonreír. ¿Eres consciente de lo que hace tu sonrisa?

Me tiro el día con la música puesta en aleatorio, saltándome las canciones por ser demasiado tristes o por ser demasiado alegres, y muchas de ellas porque no me recuerdan a ti en ningún sentido, ¡Pero si luego me salto también las que me recuerdan a ti! 

A veces me planteo que tal vez no sé lo que quiero, pero otras veces creo que tengo muy claro que lo que quiero es lo que no puedo tener.

Y nada duele tanto como saber que la batalla en la que sigues luchando está completamente perdida.

2 comentarios:

  1. Este texto es desolador. Resulta brutal la facilidad con la que describes esa profunda tristeza. No sé si felicitarte o compadecerme después de leerlo. Quizá eso sea lo que lo hace diferente.

    Esta vez no te doy las gracias. No podría hacerlo, lo siento.

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    1. A veces las guerras se quieren resumir en una batalla en la que resultas derrotada.
      No me felicites, no me compadezcas, no me des las gracias.
      Sólo léeme.

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