viernes, 30 de agosto de 2013

Inspiración, la llaman.

La brisa me saluda por las mañanas, silenciosa a la vez que ruidosa, cual antítesis en una obra de poesía. Hace frío, y se nota a la par que entra por la ventana. En ese momento me planteo si debo cerrarla o dejarla abierta, si dejo que me invada o la echo fuera. Me decido por la segunda opción en un intento de valentía que consiste en sacar los pies de mi cálida cama, pisar el frío suelo y caminar, de puntillas, hasta la ventana y cerrarla con un golpe fuerte, cómo no, pillando la cortina, teniendo que abrirla de nuevo y cerrarla más cuidadosamente.

Sin embargo, esa brisa no viene siempre y no todas las veces me susurra lo que hoy me ha susurrado al oído. "Escribe", me ha dicho. Con esa convicción a la que es imposible negarse, porque los escritores y las escritores, los Artistas, sabemos que se llama Inspiración y que, aunque muchas veces tenga que encontrarte trabajando, otro día te viene a buscar de forma gratuita –como ese amigo del que no sabes nunca nada y te llama de imprevisto– y te anima a hacer Arte.

Supongo que por eso estoy aquí, silenciosamente encerrada en mi habitáculo, ese que pocas veces está a oscuras para no abrirle la puerta a mis Miedos y sacar a Oscuridad. Sí, ese cuarto de mi casa con la pared pintada del mismo azul que el cielo en Verano o Primavera... Por esa razón, por la imprevista visita de Inspiración estoy escribiendo.

Pocos podrán entender la sensación de estar creando cuando realmente crees en ti y crees en lo que estás haciendo. Y es que hace poco yo no creía en mi pero me esforzaba en seguir escribiendo, pues sabía que tarde o temprano llegaría este día; el día en el que ser Escritora (y esa mayúscula, que va a juego con mi reciente Ego, es intencionada) fuese más que un simple sueño para pasar a ser mi realidad.

Esta vez, nada ni nadie podrá vencerme; tengo pluma en mano, tinta en sangre y el folio como aliado. Tiembla, mundo.

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