lunes, 24 de junio de 2013

Un café en Donostia.

Un sitio nuevo, caras desconocidas, sensación de estar "en casa" sin estarlo realmente; aunque, quién sabe. Las almas libres no tienen otro lugar que la Tierra, se mueven, buscan. Puedes sentirlas, inquietud en miradas perdidas que buscan un más allá o un siguiente paso en sus vidas, aunque quizá sea el último que den. Las pequeñas cosas de ese movimiento de gentío, ¿Qué las mueve?¿Qué buscan? Yo sólo busco ser libre, trato de estirar las alas. Luz cegadora, energía nueva...

Me gusta pensar que cada viaje es una pequeña abertura de mis alas, y un paso más hacia ese precipicio, destino final, enfrentarse a algo que nos supera, pero que constituye una prueba a pasar. "Abre las alas, cruza el precipicio volando". Es una solución rápida y fácil de decir, pero, ¿Será tan sencilla tarea?

Estas y más cosas se me ocurrían mientras alguien tomaba un café que no había querido yo en Donostia. 

Imágenes. Una cometa siendo levantada por una pareja (en la cual yo nos veía a nosotros dos, chico), un perro vagabundo, un músico callejero, las olas rompiendo contra un puente, agua salpicando, el reflejo de una ola relativamente fuerte contra mis pies desnudos, la arena en ellos, la brisa, olor a mar, unos ojos que observan, la risa de un niño que corre, un tiovivo, música que todos conocemos...

Hay una nota que subirá al cielo llevada por el humo de una fogata que no estoy observando. Espero que llegue...

Primer día en Donostia.

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