Recuerdo la primera vez que hablamos de bombas de relojería y de nuestro veneno, de cómo nos envenenábamos el uno al otro, de cómo estallábamos, eh. Y a qué le tienes miedo, pregunté. Y ahora lo entiendo. Yo no quería sentir más miedo pero me quedé a solas en la noche. Ahora lo entiendo todo...
Te estabas yendo pero yo no quería dejarte marchar. Te llevabas yendo antes de empezar a entrar en mi vida. Y ahora que vuelvo a verlo tan cerca, vuelvo a tener miedo. ¿Ahora quién va a salvarme? A mi nadie me salva ya. Esto de aquí dentro es un maldito caos, ¿Sabes lo que cuesta ordenarlo? No, no. A mi nadie va a venir a ordenarme, a salvarme.
Volverán las osculas golondrinas de Bécquer a mis ojos, ojeras, las llaman, los demás, la falta de apetito y esa apatía... ¿Por qué me torturas tanto, Destino?¿Qué te he hecho yo? No seas cruel, hipócrita y repetitivo.
Tal vez esté pagando por algo que hice mal, quién sabe.
O como tú decías.
Qui lo sa.
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