viernes, 26 de julio de 2013

Todavía me pregunto.

A veces no nos damos cuenta de que todo llega a su fin. Hasta que estamos en esas últimas horas, esos últimos instantes, o cuando ya se ha acabado, ¿Me equivoco? No, no lo hago. Los instantes parecen volátiles, las mariposas se tornan negras, como si las hubiese chamuscado el mismísimo diablo. Y dejan de sonar los pájaros por unos instantes, la noche cubre con su manto el mundo, y mientras este mundo sigue girando, tú todavía estás parado, mirando al vacío, sin asimilar el fin, preguntándote por qué nada más se para contigo.


Podría decirte mil cosas que me callo, podría soñarte. ¿Por qué no hacerlo? Quiero despertarme con la sensación de que tus brazos me han rodeado por la noche, aunque nunca lo hayan hecho. Pero ya no es lo mismo, porque el Fin ha estado ahí, y ha derrumbado lo que había, la fragilidad de nuestro algo reducida a la rotura de la columna vertebral...

Los diablos bailan a los pies de mi cama y el veneno en susurros invade mis sábanas. Los recuerdos hacen remolinos con el humo contrastando con el blanco techo, las blancas paredes, con esta cárcel de cristal en la que me he escondido para encontrar(me). Hablando entre paréntesis, cómo no, buscando un ego que no tengo.

Todavía me pregunto si te acordarás de mi alguna noche, o sólo seré el recuerdo lejano de algo que no fue siquiera verdadero.
Y ni siquiera ha pasado tanto tiempo.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Plantilla hecha por Living a Book.