domingo, 28 de julio de 2013

Ojeras.

Vuelvo a tener ojeras. No son de largas noches en vela estudiando o escribiendo, ni siquiera de esas interminables noches de verano (como las de ahora) hablando con amigos... No. Son noches de insomnio acordándome de ti. De tus ojos, verdes, y de tu sonrisa. Al fin y al cabo, si no te escribiese, ¿sería acaso una escritora enamorada?

Supongo que mis versos se acuerdan de ti, ¿No? Tal vez ni siquiera pasees tu mirada por ellos en busca del indicio de una costra sobre la herida abierta en mi interior. Pero no soy quién para decir nada al respecto, puesto que siempre fuimos aves libertinas en el más alto vuelo que la distancia de nuestras alas podía permitirnos.

No creo estar sola mas que cuando en más medida necesito de ti. Busco mi remedio como quien busca la bella, y nunca completamente alcanzable, Libertad. El viento me golpea, cuando otras veces me acunaba, pero mi corazón esta en calma, guardadas las consecuencias del amar en una caja fuerte llena de versos tristes que jamás han visto la luz del Sol.

Y es que, mientras otros esperan al Invierno, al Frío, yo, todavía sabiéndome pequeña e inexperta en el arte de amar (al que, por ahora, me resignaré a llamar únicamente 'querer') busco la calidez de la luz solar que me haga recordar la ternura e inocencia de años pasados.


Podría declararme hija de la Luz, siendo ésta un ángel protector que algún día, en mi más oscura tristeza y desolación, se deslizará hacia mi ventana con un rayo de esperanza.

Supongo que las ojeras se irán, tarde o temprano, como todo. Tal vez, y solo tal vez, si aprendo a quererlas, a amarlas, se irán antes, por el camino que vinieron, pero se que si bien todo se va y algunas cosas vuelven, tú no volverás...

Y por eso, me digo a mi misma, 'si amas algo,  déjalo volar'.

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