sábado, 20 de abril de 2013

El fuego que parecía bueno.

Hace poco o mucho tiempo, hace unas horas, unos minutos, unos meses, tal vez siempre o tal vez nunca, existió el amor. Sensación de mariposas, pájaros o incluso arañas subiéndose desde la boca del estómago, elevándonos hasta la más brillante felicidad. Y de repente, toda esa burbuja de colores de cristal estalla en mil pedazos, y ese brillante nido de diamantes se convierte en agujas de marfil, perforándonos la piel y los ojos, haciéndonos sangrar todo lo que habíamos conseguido ser felices. 

En ese momento se terminan las ganas, de vivir tal vez sea demasiado radical, pero sí de amar. ¿Y qué hacemos sin ganas de amar, eh? Simplemente desmoronarnos, la corona de laureles cae al suelo y las alas del ángel quedan manchadas de la sangre de sus heridas. Los fantasmas persiguiendo nuestras noches y sus manos alargándose para llevarnos...

Da igual cuántos lo intenten, da igual cuántas manos te echen para levantarte, da igual cuantos "lo que necesites" te digan porque sólo una persona sabrá levantarte, y quién sabe si será a tiempo. Melodrama por mis venas, mi pluma ya sin tinta y las lágrimas buscando lugares mejores donde no caer día tras día.

2 comentarios:

  1. Me encanta *-* Describes muy bien esa triste realidad que es el amor.

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    1. Gracias por leerme. *-*
      Triste realidad, pero algún día narraré su lado claro en vez de este tan borroso y oscuro.

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